domingo, 19 de marzo de 2017

con Mary Alvarez


con Ramon Garcia el chapana


con el pintor Carlos Hurtado


laguna huacarpay


muestra sobre la destrucción del patrimonio


en la Almudena


visitando la dama de cao


con la copa sudamericana


con Irma y Jorge los socios mas antiguos del centro qosqo de arte nativo


conversando con parte del elenco del centro qosqo de arte nativo


danzas folkloricas

                                          Centro Qosqo de arte nativo

                                                El templo de la música y las danzas                  

Fundado en 1924 con el propósito de conservar y recopilar la música y danzas folclóricas del país, especialmente del Cusco. Ofrece en la actualidad el mejor show folclórico de nuestra ciudad así que aprovechando la visita a Cusco de mi rubilinda hermana Elizabeth acordamos ir a disfrutar algo del ambiente nocturno cusqueño en este local ubicado en la avenida el sol 872. La noche como muchas en las últimas semanas nos mostró su lado furioso, un aguacero furibundo había casi inundado las arterias de la ciudad y como es típico cuando llueve se vuelve difícil encontrar un taxi…a pesar del temporal llegamos poco antes que empiece el espectáculo que según me dicen comienza puntualmente a las 7 pm. A la entrada se hayan publicados los precios de las entradas y ahí también está la ventanilla donde Irma una otoñal y agraciada mujer de dulce sonrisa atiende con amabilidad.
De casualidad me encuentro minutos antes del espectáculo con Jorge uno de los más antiguos socios un hombre delgado de albas canas que con orgullo me cuenta que ingreso jovencito aun, apenas termino la secundaria hace casi 50 años y ha visto a lo largo de los años las vivencias y progresos de esta activa institución cultural. Mostrándome los enormes fotos que están en una especie de lobby, me cuenta que cada día hay una danza diferente, nunca repiten durante el show una misma danza y que tratan que los trajes sean los más auténticos posible así como ofrecer siempre un espectáculo de calidad. Se sabe que el centro Qosqo dentro de su repertorio cuenta con un centenar de melodías del Cusco y más de 50 danzas típicas de diferentes pueblos a lo largo y ancho del país.
descendemos luego al sótano del local que tiene un aforo de 400 espectadores, ya adentro me doy cuenta que tiene un ambiente de teatro o cine por la disposición de las butacas que ciertamente denotan cierta antigüedad, una delgada y risueña muchacha de voz aterciopelada dio la bienvenida al público tanto en español como en inglés. Al instante una docena de músicos ataviados de ponchos multicolores y elegantes sombreros tomó posesión en un estrado dándose inicio al espectáculo mientras la presentadora haciendo una pequeña introducción nos narraba que la institución se había presentado en festivales realizados en numerosas ciudades del Perú y el extranjero, detallando luego el significado de cada danza y su origen.

A lo largo de una hora desfilaron ante nuestros ojos danzas tan emblemáticas como tradicionales de pueblos como Checacupe, Tinta, Calca, Chekamarca, Cotabambas y tantos otros en cada una de las cuales esta expresada, tanto en la música, la coreografía y la vestimenta toda una cultura ancestral que se ha nutrido de ritos: carnavalescos, guerreros, agrícolas, religiosos etc. relacionados a nuestra cosmovisión andina. Al finalizar el show se retiran los danzantes quedándose solo el conjunto musical, la presentadora reta al público a subir al escenario mientras suenan los acordes de una marinera cusqueña, como impulsada por un resorte mi refinada hermana dejando su elegante abrigo y su no menos fina cartera se trepo con tacos y todo al estrado, otros tantos gringos hicieron lo mismo zapateando nuestros ritmos con la gracia y destreza de un robot pero vaya que lo disfrutaron! convirtiendo la noche en un acto sublime de renovación de nuestra identidad iluminando una inusual noche de marzo de ritmo, color y sabor peruano. 

                                                                                                              Armando Alvarez

viernes, 10 de marzo de 2017

conversando con don Hugo Bejar


con pintor Hugo Bejar


                                               Hugo Béjar navarro

                                                                 El nuevo indio                                       

Conocí a don Hugo Béjar una lluviosa tarde de diciembre, poco antes Julia su atenta secretaria me había citado en la esquina del supermercado la Canasta de av. la cultura por fortuna llego puntualmente y evito que me mojara, “el doctor vive cerca vamos” me dice así que la sigo hasta la casa del famoso pintor que ya esperaba mi visita. Luego de saludarnos nos instalamos en la sala de su elegante casa que parece un relicario de obras de arte, don Hugo es un hombre de mirada penetrante sus traviesos ojos nunca están quietos hasta parece que hablaran por sí mismos, su alba cabellera le confiere un aire de tribuno, habla pausadamente pero cuando habla denota la autoridad y el conocimiento de un hombre cuyo arte ha contribuido a ensanchar la cultura de un pueblo.
“mi abuelo Gregorio Béjar era un imaginero, un artista muy hábil, gracias a sus enseñanzas aprendí a amar el arte” me cuenta con algo de nostalgia. Desde niño ayudaba en los quehaceres del hogar participando del arte del bruñido en plata “que lo hacíamos con el excremento del burro o la vejiga de los chivos” acota don Hugo soltando una tímida risa, pero se pone triste cuando recuerda que no tuvo infancia ya que tuvo que trabajar con su padre que hacia niños Manuelitos y su madre que hacia la cabellera de estas pequeñas esculturas con el rastrojo del trigo para darle una forma ondulada al cabello y Hugo les hacia los ojos con el cristal de los focos de la casa que no servían.
Tras tomarnos unos mates bien calientes con galletitas me dice “quieres ver mis cuadros pues subamos a mi taller solo hay 30 graditas hasta el segundo piso” me dice ya más en confianza y subimos el taller que parece haber estado cerrado buen tiempo, en estas 4 paredes están sus vivencias, sueños, sus musas y todo aquello que fue su inspiración a lo largo de su vida, un pequeño cuadro encierra una foto en blanco y negro donde el joven Hugo Béjar acompaña el quizás día más feliz de su vida a la que fuera su esposa el día de su boda. “mi promoción de la escuela de bellas artes se llamó terremoto” me confiesa don Hugo ya que aquellos chascosos muchachos iniciaron sus estudios en bellas artes cuando se ubicaba en la calle Pumacurco, coincidentemente en 1950 fecha de aquel feroz terremoto que asolo la ciudad imperial.
Sentados en su sala que tiene chimenea me muestra sus condecoraciones sobresalen entre todas: las palmas magisteriales así como la medalla de la ciudad otorgada por el entonces alcalde a uno de los hijos predilectos del Cusco. Don Hugo les ha otorgado a sus creaciones un estilo propio “el estilo es el sello del artista, he hecho indigenismo, realismo mágico y expresionismo pero sin perder mi estilo” agrega este nuevo indio como lo bautizara Don Uriel García. Hay en sus líneas el peso de su talento, sus equilibrados colores fuertes y elegantes claroscuros así como la temática de sus lienzos le confiere a este artista la magia del arte que puede transportarnos en sus imágenes a ese mundo interior donde habita el nuevo indio que al igual que nuestros antepasados no ha perdido su raíz cuando en épocas lejanas los dioses vivían en estas tierras.

                                                                                                                     Armando Alvarez


Con el director de la academia mayor de la lengua quechua


con fundadores de la academia mayor de la lengua quechua


crónica sobre la lengua quechua

                                   Academia mayor de la lengua Quechua

                                           Heroico bastión de nuestra lengua ancestral

En un vetusto inmueble republicano de la calle Chaparro 231 una estrecha vía que empieza justo al costado de la iglesia San Pedro se ubica esta especie de reducto de nuestro Runa Simi, trasponer su vieja y venida a menos portada es entrar a un lugar tan singular como heroico porque es de héroes o mártires que un puñado de hombres y mujeres cumplan a cabalidad su rol de profesores de un idioma al cual las autoridades no le dan su debida importancia. Quien primero me recibe y con peculiar gentileza es Higidia Torres, aprovechando que el Qollana (director) estaba algo ocupado en clases, me invita a pasar a una especia de cocina donde rodeados de cartulinas con frases en quechua y una sencilla cocina donde se hierve el siempre oportuno café pasado. Higidia es una mujer de cortos cabellos color azabache y mirada dulce, hay en su voz pausada el don de la humildad.
Allí también está una otoñal y elegante mujer de cabellos pintados llamada Celia Ordoñez encargada de la dirección de economía, quien me recalca con insistencia que también tiene el grado de magister en educación. Es al igual que Higidia una de las fundadoras de este hermoso proyecto de enseñar nuestro idioma, mujeres que casi han tomado como un sacerdocio el construir este sueño de apostar por la revaloración de nuestra cultura que tiene en la lengua quechua un baluarte de nuestra identidad. Se suma también a nuestra charla don Raúl Lovon un yachachiq (profesor) de cabello cano y ojos vivaces quien me cuenta que tiene como alumnos a médicos, abogados, ingenieros y hasta extranjeros que desean cada vez más saber cómo hablar el quechua aplicándolo a sus profesiones.
Finalmente sale el director o qollana (en quechua) un tipo joven de cabellos rebeldes, figura gruesa y bonachona, lleva colgado de sus hombros una especie de chalina con ribetes andinos, se presenta hablándome en quechua y al darse cuenta que no entendía nada comienza a hablarme en un buen español y así empezó una amena charla para conocer las características más saltantes así como los aspectos fonéticos y gramaticales de esta milenaria lengua que según me refiere el qollana tuvo su epicentro en la zona norte del cusco pre incaico. Invitándome a pasar a su oficina sobresale a un costado de su escritorio un varayoc de gran tamaño y varios sombreros de diverso tamaño y forma. Me cuenta entusiasmado que en breve se llevara a cabo el séptimo congreso mundial del idioma quechua conmemorando los 60 años de la academia, que tendrá a Cusco y el Perú como anfitrión.
Al finalizar y como arte de magia nuestras atentas y generosas anfitrionas habían instalado unas mesas en ese simpático y antiguo patio de la escuela, donde un Peruanisimo pollo a la brasa con inka kola nos esperaban para compartir un inolvidable almuerzo. Nos fuimos más que satisfechos de haber conocido la historia de esta casona hoy convertida en un templo de nuestra identidad cultural.

                                                                                                                 Armando Alvarez




En convento San Francisco con el padre Ernesto Chambi


Convento y museo de san francisco

                                     Convento y museo de san francisco

                                                Un templo encriptado en el pasado


Visite hace poco uno de los espacios religiosos más interesantes del Cusco tanto por su valor histórico monumental como por la factura de sus piezas de arte que no tienen comparación en el país. Si bien en algún momento este inmenso solar fue parte de una extensa andenería en época de los incas, ahora comparten este mismo lugar el centenario colegio de ciencias (antigua propiedad del convento franciscano), la iglesia de san francisco y el colegio del mismo nombre, inmuebles ubicados frente a la también llamada plazuela San Francisco ubicada a pocos metros del mercado de San Pedro.
El recorrido por los claustros lo hice con el carismático fraile franciscano Ernesto Chambi, quien me recibe en su modesta oficina quien sabe a causa de la orden que representa que siempre se caracterizó por su austeridad, un perchero lleno de sombreros y abrigos destaca al costado de su escritorio y las paredes lucen repletas de fotos y cuadros me dice que es fotógrafo de afición, oficio que parece heredar de su famoso pariente el famoso fotógrafo Martin Chambi. Fray Ernesto seducido por la posibilidad de que según algunos cronistas los restos de Túpac Amaru reposen sepultados en alguna de las criptas aprovecha aunque con prudencia en decirme que hay muchas posibilidades de que esto sea cierto.
Me quedo atónito cuando al subir al segundo piso Anderson un colaborador del convento me muestra el que tal vez sea el cuadro más grande del mundo, una colosal obra maestra del pintor cusqueño don Juan Espinoza y no menos impresionante es el coro de la iglesia labrado en finísimo cedro traído desde las selvas cusqueñas. Aquí los talladores y ebanistas crearon una joya de una finesa y calidad verdaderamente increíble que podría colocar a este coro a la par de cualquiera del mundo. Se suma a mi recorrido don Cayetano Villavicencio un limeño de pequeña estatura y gran conocimiento sobre arte religioso con quien descendemos a las famosas “catacumbas” y aunque no son como las de lima o Trujillo donde existen cual galerías subterráneas de cierto recorrido y longitud, las de san francisco son criptas algo más modestas y pequeñas aunque Cayetano me advierte que hay posibilidades de hallar más galerías aun ocultas en este mítico convento.
Paseando por su apacibles jardines flanqueados con la típica arquería colonial, respirando la quietud del ambiente me detengo al lado de un frondoso y añejo árbol de pino y veo también al centro una no menos antigua fuente de piedra y siento como si me trasladase a aquellas épocas donde varias generaciones de frailes vivieron con devoción y austeridad su vida de fe dentro de esos mismos claustros encerrados durante siglos. Hoy estos claustros abiertos a la cultura y el turismo reciben cientos de turistas quienes visitan deslumbrados cada rincón de este majestuoso templo franciscano quizás con esa misma devoción.


Por: Armando Álvarez