Convento y
museo de san francisco
Un templo encriptado en el pasado
Visite hace poco uno de los
espacios religiosos más interesantes del Cusco tanto por su valor histórico
monumental como por la factura de sus piezas de arte que no tienen comparación
en el país. Si bien en algún momento este inmenso solar fue parte de una
extensa andenería en época de los incas, ahora comparten este mismo lugar el
centenario colegio de ciencias (antigua propiedad del convento franciscano), la
iglesia de san francisco y el colegio del mismo nombre, inmuebles ubicados
frente a la también llamada plazuela San Francisco ubicada a pocos metros del
mercado de San Pedro.
El recorrido por los claustros lo
hice con el carismático fraile franciscano Ernesto Chambi, quien me recibe en su
modesta oficina quien sabe a causa de la orden que representa que siempre se
caracterizó por su austeridad, un perchero lleno de sombreros y abrigos destaca
al costado de su escritorio y las paredes lucen repletas de fotos y cuadros me
dice que es fotógrafo de afición, oficio que parece heredar de su famoso
pariente el famoso fotógrafo Martin Chambi. Fray Ernesto seducido por la
posibilidad de que según algunos cronistas los restos de Túpac Amaru reposen
sepultados en alguna de las criptas aprovecha aunque con prudencia en decirme que
hay muchas posibilidades de que esto sea cierto.
Me quedo atónito cuando al subir
al segundo piso Anderson un colaborador del convento me muestra el que tal vez
sea el cuadro más grande del mundo, una colosal obra maestra del pintor
cusqueño don Juan Espinoza y no menos impresionante es el coro de la iglesia
labrado en finísimo cedro traído desde las selvas cusqueñas. Aquí los
talladores y ebanistas crearon una joya de una finesa y calidad verdaderamente
increíble que podría colocar a este coro a la par de cualquiera del mundo. Se
suma a mi recorrido don Cayetano Villavicencio un limeño de pequeña estatura y
gran conocimiento sobre arte religioso con quien descendemos a las famosas
“catacumbas” y aunque no son como las de lima o Trujillo donde existen cual
galerías subterráneas de cierto recorrido y longitud, las de san francisco son
criptas algo más modestas y pequeñas aunque Cayetano me advierte que hay
posibilidades de hallar más galerías aun ocultas en este mítico convento.
Paseando por su apacibles
jardines flanqueados con la típica arquería colonial, respirando la quietud del
ambiente me detengo al lado de un frondoso y añejo árbol de pino y veo también
al centro una no menos antigua fuente de piedra y siento como si me trasladase
a aquellas épocas donde varias generaciones de frailes vivieron con devoción y austeridad
su vida de fe dentro de esos mismos claustros encerrados durante siglos. Hoy estos
claustros abiertos a la cultura y el turismo reciben cientos de turistas quienes
visitan deslumbrados cada rincón de este majestuoso templo franciscano quizás con
esa misma devoción.
Por: Armando Álvarez
Interesante tienes magia para describir tus cronicas las lei todas felicitaciones
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