viernes, 10 de marzo de 2017

Convento y museo de san francisco

                                     Convento y museo de san francisco

                                                Un templo encriptado en el pasado


Visite hace poco uno de los espacios religiosos más interesantes del Cusco tanto por su valor histórico monumental como por la factura de sus piezas de arte que no tienen comparación en el país. Si bien en algún momento este inmenso solar fue parte de una extensa andenería en época de los incas, ahora comparten este mismo lugar el centenario colegio de ciencias (antigua propiedad del convento franciscano), la iglesia de san francisco y el colegio del mismo nombre, inmuebles ubicados frente a la también llamada plazuela San Francisco ubicada a pocos metros del mercado de San Pedro.
El recorrido por los claustros lo hice con el carismático fraile franciscano Ernesto Chambi, quien me recibe en su modesta oficina quien sabe a causa de la orden que representa que siempre se caracterizó por su austeridad, un perchero lleno de sombreros y abrigos destaca al costado de su escritorio y las paredes lucen repletas de fotos y cuadros me dice que es fotógrafo de afición, oficio que parece heredar de su famoso pariente el famoso fotógrafo Martin Chambi. Fray Ernesto seducido por la posibilidad de que según algunos cronistas los restos de Túpac Amaru reposen sepultados en alguna de las criptas aprovecha aunque con prudencia en decirme que hay muchas posibilidades de que esto sea cierto.
Me quedo atónito cuando al subir al segundo piso Anderson un colaborador del convento me muestra el que tal vez sea el cuadro más grande del mundo, una colosal obra maestra del pintor cusqueño don Juan Espinoza y no menos impresionante es el coro de la iglesia labrado en finísimo cedro traído desde las selvas cusqueñas. Aquí los talladores y ebanistas crearon una joya de una finesa y calidad verdaderamente increíble que podría colocar a este coro a la par de cualquiera del mundo. Se suma a mi recorrido don Cayetano Villavicencio un limeño de pequeña estatura y gran conocimiento sobre arte religioso con quien descendemos a las famosas “catacumbas” y aunque no son como las de lima o Trujillo donde existen cual galerías subterráneas de cierto recorrido y longitud, las de san francisco son criptas algo más modestas y pequeñas aunque Cayetano me advierte que hay posibilidades de hallar más galerías aun ocultas en este mítico convento.
Paseando por su apacibles jardines flanqueados con la típica arquería colonial, respirando la quietud del ambiente me detengo al lado de un frondoso y añejo árbol de pino y veo también al centro una no menos antigua fuente de piedra y siento como si me trasladase a aquellas épocas donde varias generaciones de frailes vivieron con devoción y austeridad su vida de fe dentro de esos mismos claustros encerrados durante siglos. Hoy estos claustros abiertos a la cultura y el turismo reciben cientos de turistas quienes visitan deslumbrados cada rincón de este majestuoso templo franciscano quizás con esa misma devoción.


Por: Armando Álvarez 

1 comentario:

  1. Interesante tienes magia para describir tus cronicas las lei todas felicitaciones

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