miércoles, 29 de mayo de 2013

ojos de musa





Tus ojos siguen siendo algo mas que mi tormento
siguen dandome todo lo que no tengo
todo aquello con lo que aun sueño

tu voz me es mas que gritos de un frio infierno
es como el canto del pájaro mas bello

aunque pase el tiempo y se me acaben los dias
 seguiras siendo mi musa eterna.

el duende azul

                                              
                                                      EL DUENDE AZUL
 En el caserío “la banda” muy cerca del pueblo de Cascas  vivía una joven mujer que había perdido a su esposo recientemente en un accidente en la costa, dejándola sola y desamparada con su pequeño de pocos meses de nacido ante esta situación los hermanos de la desdichada mujer lo visitaban con frecuencia llevándole ya sea víveres o leña.
Cierto día, uno de sus hermanos fue a ver a la pobre mujer y a medida que se acercaba a la humilde casita, escuchaba desgarradores llantos  imaginando lo peor de un empujón abrió la puerta encontrando a su hermana en la habitación contigua arrodillada en el piso de tierra llorando sobre una manta ensangrentada, cogiéndola por el brazo logro incorporarla y ella al reconocerlo le dijo ya más calmada
- “ay hermanito por favor ayúdame,  se lo han llevado se llevaron a mi bebé y creo que lo han herido”…
Ante tan terrible noticia el hermano le preguntaba
- ¿pero qué ha pasado? ¿Cómo ha sucedido esto hermanita?-
 Lo repitió una y otra vez mientras su afligida hermana lloraba desconsolada sin entender lo sucedido, luego de un momento y algo ya más calmada la mujer recordó que mientras ella preparaba la merienda dejó al pequeño en su habitación que tiene una terraza que da a la huerta, escuchaba que lloraba demasiado pero no le dio importancia y continuo más bien con sus labores, estando ya por terminar de preparar los alimentos y cuando se disponía a apagar el fogón escuchó el sonido de la puerta que se cerró se dirigió al cuarto donde el niño y ya no lo encontró en su cuna, oyó de pronto un llanto por la huerta, miró por la ventana y vio un pequeño bulto que cargaba a su bebé y desapareció en la oscuridad de la noche dejando  caer solo la manta con huellas de sangre.
El hermano había escuchado con atención el relato y entró en cólera al enterarse del lo ocurrido, prometiéndole al día siguiente ir a buscar a la criatura donde sea que se encuentre…esa misma noche en la punta del cerro “el Antivo” un duendecillo azul que había quedado huérfano lloraba porque su amiguito no quería jugar con él ya que tenía mucho sueño y solo quería dormir.
La noche anterior el pequeño duende había bajado de la montaña llamada “el Antivo” para jugar con alguien y como no encontró a nadie con quien jugar se fue por el caserío “la banda”  cuando en eso llegó a la casa de la solitaria viuda, se acerco al oír los sonidos de un bebito, pero cuando rondaba por el jardín para ingresar a la casa se lastimo el brazo en unas rosas que la mujer cultivaba con esmero.
Llorando y sangrando el duendecillo llegó hasta el bebé entonces cuando estuvo dentro de la casa se  limpió  su brazo herido con una manta que había en la cuna luego mientras la madre se encontraba en la cocina se robo el niñito llevándolo al cerro Salmuche donde el juguetón duende quería jugar con su ocasional amiguito pero el pequeño humano se quedó dormido, al no poder jugar el pequeño duende azul se acostó a lado de su amiguito y ambos se quedaron dormidos , en una camita de flor de pate, una planta que abunda en cascas y partes de la sierra cuya fina fibra es tan delicada como el algodón.
Para alimentar a su pequeño amiguito el duendecillo robaba de las chacras las mejores  uvas dándole el dulce sumo de la fruta que el bebé aceptaba gustoso asimismo le llevaba agua de los puquios y quebradas cercanas así pasaron unos meses desde aquella noche,  ya su amiguito había crecido un poco mas entonces el duende le traía las más variadas frutas del valle, así también el pequeño empezaba ya hablar algunas palabras que el mismo duende le había enseñado y aunque la pasaban bien, el niño no se sentía a gusto, en su inquieto y travieso espíritu infantil quería ir a conocer a los humanos ver lo que estos hacían, pronto se dio cuenta que no podía volar, se sintió extraño había algo en él  que le decía que no era  un duende sino más bien un humano como los que habían en el pueblo ya que una vez espió  a unos bañarse en el rio y vio que no tenían alas, eran más grandes y  diferentes a su amigo el duendecillo.
Mientras tanto su furioso tío lo buscaba pensando aun  encontrarlo, tenía el presentimiento que su sobrino iba a aparecer o acaso era su deseo al ver a su afligida hermana llorar desconsoladamente…allá en lo alto de la montaña el niño crecía cada vez mas y a veces se negaba a comer solo frutas y agua desobedeciendo a veces al travieso duendecillo que solo pensaba en jugar, entonces esté sin saber que hacer le conto la verdad de lo sucedido al niño que no se molestó, más bien le pidió al duende que lo llevara donde su madre a lo que el duende no pudiendo contener el deseo del niño, le respondió
-          Si eso es lo que deseas pues pronto te llevare con ella-
Una vez el duende le coloco unas alas que el mismo las había hecho para su amigo  y ambos salieron a volar revoletearon sobre  el rio Chicama, subieron hasta las alturas del enorme cerro Calvayuque, sobrevolaron algunos huertos y viñedos cercanos, en fin pasearon a su antojo cual aves en libertad, el niño se mostraba contento estaba más feliz que nunca ya que al fin también se alejaba más allá del lugar de costumbre tan solo tenía que batir las alas y estas lo llevaban a donde quisiera ir, el duende aunque también estaba contento sintió que más pronto de lo pensado su ocasional amiguito querría irse por su cuenta y eso lo entristecía mucho.
Cierta noche el duende despertó sobresaltado, había soñado que el niño moría de tristeza y soledad, preocupado por esta señal,  decidió ese mismo día devolverlo a su mundo a su gente ya que no deseaba que muriera tomándolo en sus brazos lo llevó lo más cerca posible de su casa allá en “la banda” y como aquella primera vez voló tan bajo por los rosales del jardín que por proteger al niño de las espinas el duende se lastimo sus alitas llegando como pudo dejó al niño dormido entre las rosas del rosal.
Al despertar el niño se sintió  solo al no encontrar a su amigo el duendecillo  empezó a llorar despertando a su madre que al instante reconoció aquel llanto y corrió presurosa hacia el jardín encontrando a su pequeño vástago sano y bueno para su  felicidad, mientras tanto en lo alto del cerro el duende se había mantenido vigilando el sueño del niño y  viendo lo ocurrido satisfecho pero a la vez triste alzo vuelo y se marchó.
Pronto sus familiares y vecinos se enteraron de la noticia y fueron a la casa de la afortunada mujer llevando comida y vino e hicieron una fiesta por esta agradable ocasión mientras tanto el duendecillo visitaba siempre a su amiguito y escondido entre los higuerones o plátanos lo llamaba, pero solo el niño lo podía ver y escuchar, más no los demás adultos pero estos  estaban más precavidos y hasta le hacían una cruz en la frente con la sangre de la cresta de gallo o el tizne de las ollas para ahuyentar al duende y no lo dejaban alejarse mucho al niño ni menos ir a la huerta ya que sabían que allí podría estar el duende, entonces el niño lloraba desconsolado al no poder acercarse a su amigo que lo llamaba para jugar.
A las pocas semanas el niño fue bautizado en la iglesia del pueblo y de esta forma le fue perdiendo cariño al duende, pues mientras estaba moro no podía dormir tranquilo y la familia pensaba que el duende lo quería robar de nuevo, al notar el cambio que tuvo el niño después de ser bautizado el duendecillo se sintió muy triste y se fue a la quebrada de “lapalen” no podía soportar el dolor de haber perdido a su amigo y se puso a llorar con tanto dolor que formo una enorme y bonita catarata entonces el duende dijo
- eres el fruto de mi sufrimiento y tan hermosa como eres podrás encantar a todo aquel que venga a verte de este modo su alma se irá a vivir conmigo-
Después de algunos años el niño se había hecho joven y un día su madre le encargó traer del campo las reses  no sin antes recomendarle que tuviera cuidado de unos toros bravos que había en el cerro, así que el joven salió en búsqueda del ganado  al potrero de Salmuche siguiendo las huellas de las reses llegó  hasta “la catarata del chorro” al verla quedo impresionado de su belleza para refrescarse se mojó la cabeza del mismo chorro así como bebió de sus dulces y frescas aguas luego volvió a su casa pero ya no quería comer había perdido el apetito por mas que le ofrecían sus comidas favoritas no probaba bocado alguno y día a día se iba adelgazando cada vez mas hasta que falleció, según los curanderos y brujos del lugar  murió debido a un mal de aire.
Desde ese entonces todo aquel que va a la catarata de Salmuche verá dos piedras juntas con figuras humanas que representan para la eternidad la amistad que tuvieron en vida el travieso duende azul y su entrañable amigo.
                                                                                                                  Fin